«Con la excusa de encontrar un importante cementerio de elefantes, el multimillonario Tobey Carton convence al científico Dr. Joseph Bishop para viajar hasta la selva africana acompañados de su hija Jeanette. Sin embargo, los planes de Carton tienen un oscuro propósito y los moradores de la selva tendrán que defenderla del expolio y el destrozo ecológico que le quieren infligir guiados por Tarzán».
En una realidad donde la cultura parece haber quedado relegada en un segundo plano desde el punto de vista de la educación estatal, en la que el acceso a la misma es un privilegio y en la que los niños son uno de los colectivos más perjudicados, es de agradecer que haya una oferta de espectáculos especialmente pensada para los más pequeños ya que estos, si se les permite, son ansiosos consumidores de cultura, de ideas y de sueños.
Ellos, los peques, necesitan un espectáculo hecho a su medida con una construcción, ritmo y puesta en escena especialmente destinados a sus jóvenes mentes. Por eso mismo, los musicales siempre han constituido ese primer acercamiento de los más jóvenes al teatro.
Teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, la adaptación musical de la historia de Edgar Rice Burroughts, Tarzán de los monos, goza de los componentes necesarios para llegar hondamente a este selecto público bajo la dirección de Ricard Reguant.
Por supuesto —y como pasase en la versión cinematográfica de la compañía Disney (1999)—, la historia original de colonización y expoliación se dulcifica a través de personajes y situaciones para adaptarlo a un texto con moraleja infantil sobre la protección de los valores y el medioambiente.
Toda esta realidad toma vida a través de los diferentes personajes interpretados por Mikel Hennet (Tarzán), Marta Arteta (Jane), Tamara Agudo (Chita), Raúl Cassinerio (Joseph), Fedor de Pablos (Tobbey), Ricardo Nkosi (Hunga-Hunga), Patricia Arizmendi y Berta Illán.
Sin embargo, lo que más destaca en este montaje es cómo la puesta en escena consigue encandilar a los espectadores de menor edad hasta sumergirles en la selva gracias a la escenografía de Pablo Alemida y Gonzalo Buznego, el vestuario de Maite Álvarez, los bailes de Núria de Córdoba y las canciones de Xénia Reguant y Ferrán González.
Reconocimiento 4.0 Internacional