El pasado 9 de febrero se presentaba en el Teatro Caser Calderón de Madrid un nuevo montaje cuyo protagonista es, ni más ni menos, la marioneta de madera más famosa de todos los tiempos, Pinocho. Un espectáculo musical donde los más pequeños podrán conocer, a través de diferentes aventuras, cuál es la recompensa a la verdad y la virtud.
En esta ocasión, la productora Wonderland —que trabaja con géneros tan dispares como el cabaret, el humor y los espectáculos infantiles— apuesta por una conocida historia a la que se le aplica un pequeño, pero importante, cambio: la enigmática figura del hada azul es sustituida por el incombustible genio de la lámpara que, con cada deseo, sumergirá a nuestro protagonista en diferentes aventuras.
Nada más comenzar el espectáculo, Pepito Grillo sorprende a los espectadores por el patio de butacas. Es en este momento cuando se empiezan a ver las primeras caritas de los niños con toda la ilusión agolpada.
La dicción y la declamación de los personajes es buena aunque, a la contra, la composición de las canciones es demasiado sencilla incluso para un musical que va dirigido a niños a partir de dos años de edad. Asimismo, siendo un musical, se echa en falta que no haya coreografías y que los movimientos que se hacen en conjunto no se hagan al mismo tiempo.
De la puesta en escena cabe destacar la acertada resolución de algunos momentos como es la escena en que la ballena engulle a Pinocho: sencillo y gracioso; ideal para sorprender a los niños.
En definitiva, se trata de un musical en el que hay buenos actores atrapados en un montaje poco ambicioso.