Pese a haber supuesto un auténtico éxito en su estreno en 1967 al contravenir las normas establecidas, Hair se ha quedado obsoleto sin llegar a convencer al público más joven.
«Un musical que define una generación, un colectivo y una época, hasta el punto de llegar a ser un símbolo». Así define Daniel Anglès, director del espectáculo, este emblemático musical en su programa. Una afirmación muy acertada ya que muestra la realidad de una generación apenas presente en nuestros días de no ser por la versión alienada generada por Hollywood que ha hecho mella en las mentes más jóvenes. Tal es así que las reacciones del público dependen en gran medida del rango de edad del mismo.
El elenco es una contraposición entre figuras que destacan por su calidad interpretativa y su voz (Eva Cortés o María Virumbrales, por ejemplo) frente a otros que pasan bastante desapercibidos. Encima de las tablas, Lucía Jiménez (La buena vida) aporta un soplo de aire fresco con una calidad interpretativa más que interesante y una bonita voz.
A pesar del esfuerzo, la puesta en escena no acaba de cuajar: importantes carencias en el sonido, escasa inversión en las caracterizaciones o la falta de carisma de alguno de los personajes principales son el mayor handicap de la producción.
Para poder competir con las magníficas opciones que hay en estos momentos en los escenarios madrileños, Hair ha de hacer un esfuerzo por renovarse. Sin embargo, hay algunos momentos, determinadas canciones, que realmente merecen la pena.
Reconocimiento 4.0 Internacional