Tras presentarnos My Fair Lady este pasado verano, Jaime Azpilicueta dirige la adaptación teatral que se realizó sobre la vida de la familia Trapp. Una historia de amor, cariño y optimismo que se distancia en cierta manera de la visión popular formada por la versión cinematográfica.
El musical, con música de Richard Rodgers y letras de Oscar Hammerstein II, se estrenó en 1959 con un libreto basado en las memorias de la Baronesa Von Trapp publicadas una década antes. Estas memoras han tenido una larga repercusión artística en cine, teatro y televisión. En 1956, se estrenaba la película alemana La familia Von Trapp que fue la inspiración para la creación del musical en 1959. Dos años más tarde, se estrenaría una secuela llamada La familia Von Trapp en América y, tras el éxito del musical de Broadway, llegaría la versión cinematográfica que se hizo mundialmente famosa en 1965 con guión de Howard Lindsay y Russel Crouse.
La orquesta, dirigida por Julio Awad, nos presenta las canciones adaptadas de nuevo al castellano e interpretadas por un numeroso grupo de actores. Silvia Luchetti (María), Carlos Hipólito (Capitán Von Trapp) y Noemí Mazoy (Madre abadesa) encabezan el elenco del espectáculo acompañados por los jóvenes actores y actrices que dan vida a los hijos de la familia Von Trapp. Éstos últimos consiguen con su sola presencia arrancar una sonrisa al público aportando ese aire de ternura, simpatía y bendita inocencia que caracteriza a esta historia.
Silvia Luchetti consigue su objetivo de encarnar a su propia María: entusiasta, firme y decidida a la vez que alegre y cariñosa pero, a su vez, se desliga de la María interpretada por la mismísima Julie Andrews gracias a su actuación, sus gestos y presencia. Por su parte, Carlos Hipólito aporta un personaje sentido que desprende una ternura singular demostrando de nuevo que el teatro musical no es un reto para su persona.
En la puesta en escena prima el color y el optimismo con las numerosas escenografías de Ricardo Sánchez Cuerda que acompañan los vistosos diseños de Gabriela Salaverri en vestuario.
Se trata de un espectáculo lleno de entusiasmo e ilusión que nos sumerge en una atmósfera de cándida irrealidad donde hasta los más pequeños disfrutan absortos en la historia y sus canciones.
Reconocimiento 4.0 Internacional