La clausura de los Juegos Olímpicos de Londres se convirtió en una despedida eminentemente musical para conmemorar dieciséis días repletos de emociones y mucho sacrificio donde los auténticos protagonistas son los atletas.
Londres: una ciudad rebosante de actividad
Los lugares más emblemáticos de la ciudad y algunas joyas más desconocidas por el público fueron las imágenes elegidas para despedir estos Juegos en el país inglés. El Big Ben fue el encargado de realizar la cuenta atrás para el comienzo de esta despedida.
En el centro del estadio aparecía entonces una estampa de los lugares míticos de Londres empapelada en papel de periódico en una época donde el papel parece pasar a un segundo plano. Desde el tejado del Royal Albert Music Hall, Timothy Spall (Sweney Todd, Harry Potter) encarnaba a Winston Churchill que al grito de «Stop!» pedía silencio en la bulliciosa vida de la ciudad para anunciar la llegada del Príncipe Harry. Poco a poco y gracias al acompañamiento del grupo de percusión Stomp, la ciudad va cobrando vida a través del color y de la música para crear una atmósfera donde la modernidad y la tradición van de la mano. Desde una ajetreada mañana de trabajo hasta el anochecer, la música va mostrando la vida de esta ciudad cosmopolita como pocas.
La escenografía recordaba palabras y versos de los grandes autores ingleses. Así, la cultura se convertía en el pilar de esta ceremonia donde una reflexión estaba más presente que el resto: «To be or not to be» (Hamlet, William Shakespeare).
Los grandes protagonistas: los atletas.
Se recordaron con emoción los momentos de esfuerzo, dedicación, superación y sufrimiento de los deportistas a lo largo de estas dos últimas semanas. Así, aparecían los abanderados portando sus banderas. Poco después, desde las gradas y con mayor desparpajo, hacían acto de presencia todos los deportistas para rellenar, como si de un lienzo se tratase, el centro del estadio convertido en la Union Flag. Saúl Craviotto, uno de los deportistas más laureados del deporte olímpico español, fue el representante del equipo español.
Gracias a medidas coreografías, cientos de bailarines y cubos blancos, se fue formando el escenario ideal para la entrega de medallas de la prueba por antonomasia de las olimpiadas: el maratón. El ugandés Stephen Kiprotich recogería muy emocionado el reconocimiento a su esfuerzo.
Iconos olvidados: música y moda
Durante la clausura la dirección del espectáculo se resarció de la ausencia de algunos grupos musicales en la inauguración. Así, la música y la moda se dieron cita con un protagonista absoluto: John Lennon y su «Imagine» de 1971. Madness, Ray Davis, One Direction, Annie Lennox, Muse, George Michael, Fatboy Slim, Jessie J, Taio Cruz, Liam Gallager, Tinie Tempah, Queen, Take That e incluso las Spice Girls, convenientemente situadas en el techo de 5 taxis, hicieron acto de presencia en este concierto dedicado a los espectadores presenciales. Sin embargo, fue en el último momento cuando la banda The Who sorprendió a todos los asistentes con un magnífico directo.
La moda también tuvo su momento de gloria con la aparición de las top models británicas más conocidas. Modelos de la talla de Kate Moss o Naomi Campbell ataviadas con diseños exclusivamente británicos que desfilaron por la amplía pasarela al ritmo de «Fashion» del mítico David Bowie.
Entre tanta parafernalia musical se echó de menos ese toque de humor inglés que tanto les caracteriza. Fue Eric Idle (Monty Python) quien aportó ese sabor británico interpretando una de las escenas de la famosa Brian’s Life, «Always Look at the Bright Side of Life». Una letra acertada que anima a tomarla como mantra frente a la situación socioeconómica actual.
Queen estuvo presente en varias ocasiones a lo largo de la gala, abriendo la veda con su «Bohemian Rhapsody». Como no podía ser de otra manera, el mismísimo Freddy Mercury hizo acto de presencia gracias a las nuevas tecnologías para levantar, gracias a su carisma y su fuerza, a todo el estadio.
De Londres a Río
Tras recordar al país cuna del olimpismo, Grecia, se pasó el testigo al próximo anfitrión de los Juegos Olímpicos en 2016, Brasil. Un homenaje a la cultura brasileña para abrir el apetito de la próxima ciudad olímpica con grandes figuras del deporte como fueron Pelé y mucha, mucha samba.
Sin embargo, la ceremonia llegaba a su fin. La llama olímpica iba perdiendo fuerza y fue el Royal Ballet de Londres con Darcey Bussell encarnando a la propia llama olímpica, el encargado de despedir estos Juegos de la mejor manera posible: con el arte y la danza.
¡Nos vemos en Río 2016!