El Teatro Nuevo Alcalá alberga desde el pasado 5 de octubre lo que seguro será uno de los éxitos más recordados de teatro musical madrileño producido por SOM Produce, con David Serrano en la dirección y Joan Miguel Pérez como director musical residente.
El musical
Billy Elliot cuenta la historia de un niño que se ve sorprendido por la pasión que en él despierta el baile mientras que su familia y su comunidad se ve marcada por la huelga masiva del sector minero ante la represión de los sectores sindicales en 1984.
Desde que se estrenase la película dirigida por Sthepen Daldry —quien en estos momentos está inmerso en el rodaje de la adaptación cinematográfica del musical Wicked inspirado en la novela de Gregory Maguire— y protagonizada por Jamie Bell en el año 2000, son pocas las personas que no se han sentido abrumadas por la historia de esta familia ambientada en una de las épocas más convulsas de la Inglaterra moderna.
Una historia de búsqueda a pesar de las penurias, la presión social y una situación socioeconómica insostenible que el mismísimo Elton John decidió llevar al teatro en 2005 con un éxito absoluto de crítica y público gracias, en gran medida, a la decisión de mantener el mismo equipo creativo para la producción del musical. De este modo, la dirección corrió a cuenta de Sthepen Daldry con libreto de Lee Hall y coreografías de Peter Darling.
El resultado de tanto trabajo y esfuerzo fue el estreno de lo que se podría considerar una obra maestra del teatro musical que ha sido capaz no solo de respetar la esencia de la película original, sino de llevarla a otro nivel:música e historia entremezcladas con críticas a la política thatcherista que enternecen, sorprenden o afligen a partes iguales. Una apuesta que ha llegado a los teatros madrileños después de su estreno en Londres en 2005, Sydney en 2007 o Broadway en 2008, entre otras muchas ciudades.
Producción española
Acostumbrados a la escuela existente en otros países con mayor tradición de teatro musical, quedaba patente que nuestro país necesitaba una renovación en lo relativo a los elencos infantiles. Sin embargo, con esta producción se puede asegurar que existe un antes y un después en este aspecto gracias a la creación de una escuela de formación dirigida por Víctor Ullate Roche.
Tanto es así que la versión española de Billy Elliot se caracteriza principalmente por un elenco formado por jovencísimos artistas que dominan la danza clásica, el calqué, el canto, la interpretación y las acrobacias, sin dejar de emanar frescura e inocencia en cada número encabezados por figuras de la talla de Natalia Millán, Carlos Hipólito, Adrián Lastra y Mamen García. Jóvenes que consiguen hacer algo más que sombra a los adultos levantando al público de sus butacas en un canto a la aceptación sin tabúes o prejuicios en números como «Sé tu mismo».
Por supuesto, toda esta puesta en escena no sería lo mismo sin el trabajo de Ricardo Sánchez Cuerda en el diseño de escenografía, Juan Gómez-Conejo y Carlos Torrijos en el diseño de iluminación, Gastón Briski en el diseño de sonido, Ana Llena en el diseño de vestuario y Laura Rodríguez al frente de la caracterización. Todas y cada una de las piezas son indispensables para el engranaje de este espléndido montaje que, según dicen los afortunados que pudieron verlo en el West End londinense, nada tiene que envidiar a su versión original.
Quién hubiese pensado en su momento que el Coliseo Pardiñas, inaugurado en 1926, se consolidaría como uno de los referentes del teatro musical de Madrid. De hecho, es más que probable que Billy Elliot se consagre como uno de los mejores musicales producidos en nuestro país con esta soberbia adaptación capaz de remover cada fibra del espectador.